lunes, 29 de abril de 2013

Aprendiendo de un Maestro (I)



Llevo tiempo sin escribiros en el blog, la vorágine de trabajo de estos últimos meses me lo había impedido, pero hay días que uno no puede dejar pasar, y ayer fue uno de esos días especiales, que merecen ser contados.


De sobra es conocida mi afición a la fotografía entre las personas que saben de mi trayectoria. Con el tiempo he ido siguiendo determinados trabajos y admirando a personas que sin duda saben más que uno, del tema en cuestión. Uno de esos fotógrafos es Juanjo Arrojo, al que puedo contar desde hace tiempo entre mis amistades y con el que he compartido unas cuántas jornadas de montaña y fotografía y alguna que otra anécdota, y por eso hace tiempo que está aquí en mi blog.

Y otro de esos fotógrafos, cuyo trabajo sigo hace muchos años y del que tengo varios libros, es sin duda José María Fernández Díaz-Formentí. Sus trabajos de naturaleza son de esos que te dejan muchas veces con la boca abierta y pensando cómo habrá llegado a hacer alguna de las fotografías vistas.


El viernes las IV Jornadas fotográficas Luces del Norte nos hicieron viajar con Formentí a Sudamérica, mediante una charla y fotografías recopiladas por él durante 30 años de viajes a ese continente. El sábado una salida fotográfica en su compañía a Redes nos hizo seguir aprendiendo, y sin duda, disfrutando. 

Salamandra común

Aprendí y gocé de la naturaleza, fue uno de esos días que cuando uno está haciendo lo que le gusta, no siente el frío, ni la mojadura (que mi chaqueta aún tiene hoy), ni el hambre (comiendo a las 5 de la tarde), ni el cansancio, ni el peso del equipo, todo da igual, se disfruta de la naturaleza, de la compañía y de aprender.




 Hoy no es un día para grandes discusiones de naturaleza, sólo para ver, con pequeños comentarios. Espero que podáis disfrutar de mis fotos, al menos la mitad de lo que yo disfruté en el monte.

 Lo de arriba son líquenes, y la lluvia y el colorido de sus partes reproductoras los pusieron así de guapos.



Siempre me ha llamado la atención esta cascada, pequeñísima, pero que ha abierto la dura cuarcita en forma de minicanal.


 Ver los helechos crecer así en báculo de Obispo (que se le llama) siempre es bonito, y en esta ocasión con esa luz, ese contraste entre verde y marrón-rojizo sobre el río, me cautivaron.


Estas dos cascadas consecutivas hace más de 10 años que me tienen enamorado, rara vez paso por allí y no paro al menos a verlas, y de cuando en cuando a fotografiarlas. Creo que el sábado estaba inspirado y aplicar uno de los consejos de Formentí me sirvió para mejorar esta foto con respecto a otras veces, aunque aún ha de mejorar algo más. Ya tengo alguna idea de cómo debo hacerlo.


El haya candelabro, quizá lo hayáis visto en algún libro o revista, es un ejemplar curioso, archifotografiado, pero que aún no tenía yo hecho con nieve.



Y desde luego fue un día para disfrutar de los colores rojos de las hojas viejas, los verdes (ni idea de cuántos verdes diferentes vimos) de las nuevas y del manto blanco de la nieve, que nos caía encima y que cubría el suelo por zonas.
La única pena de esta foto esa gota de agua que no vi cuando la hacía, pero os la dejo igual porque me gusta

Gracias a Elena Rico por las fotografías cedidas que nos hizo a Formentí y a mí juntos y la mía que encabeza este post, y por sus correcciones de los textos.

Continuará....