lunes, 6 de mayo de 2013

Aprendiendo de un maestro (III y final)




Es tiempo de verdes, sí en plural, de verdes, al menos hasta finales de Mayo o primeros de Junio, es momento de ver toda la gama de verdes que la naturaleza caducifolia tiene para nosotros, con su rejuvenecimiento. Cada árbol, cada planta de un verde diferente y característico.


Incluso diferentes ejemplares de una misma especie como el arce de arriba y el de abajo no se ponían de acuerdo sobre el color que adoptaban sus cotiledones, apurando sus reservas para que las nuevas hojas surgieran dando lugar a un nuevo árbol. ¿Alguno de estos llegará a adulto?



y los verdes se mezclan con su complemento perfecto, el rojo de las hojas con poca clorofila aún, conviviendo con las hojas caducas del pasado otoño que aún se mantienen por los suelos sin que les hubiera dado tiempo a reintegrarse al ciclo.






Al acabar la ruta aún no tenía bastante naturaleza y me acerqué al río Piloña, donde me encontré estos dos mosaicos de verdes, las hiedras sobre un viejo arce, al pie del río, con el verde claro de las hojas jóvenes, otros más oscuros de algunas más viejas, y las claritas del arce.


 y sobre estas líneas los distintos tonos de verdes y rojizos de otro arce joven. Uno de los árboles más bellos en cuanto a tonalidades de nuestras latitudes. Si al otro lado del charco hacen sirope, a este utilizaban su corteza para curar heridas, puesto que la parte interna de la misma es desinfectante y cicatrizante.


Y al final de un día intenso de aprender y disfrutar mucho al lado de un maestro de esto de la fotografía como es Formentí, llegué al pueblo, a mi refugio, y allí aún tenía ganas de más, era el momento de salir a ver si los corzos habituales estaban en su sitio. Era momento de coger el camino para buscarlos....


... pero en este caso no aparecieron, eso sí al volver a casa allí estaba una de las gatas esperando, a la puerta de casa, como preguntando... ¿qué tal el día?¿Has tenido buena caza?...



jueves, 2 de mayo de 2013

Aprendiendo de un Maestro (II)


... la verdad que anunciaban nieve para 600 metros y sabíamos que sobrepasaríamos esa cota por dónde íbamos a entrar, pero la emoción de lo que nos esperaba ese día no nos importó a las aproximadamente 20 personas que aparecimos allí por la mañana.


Y como me dijeron el otro día... y la nieve cayó, y vaya si cayó, casi no nos dejó tregua mientras estuvimos por encima de los 600 metros, pero eso nos permitió ver estampas como esta rama de un haya con las hojas jóvenes saliendo, un manto blanco sobre la madera y los líquenes al final de la misma, bajo la nieve.


Nunca había fotografiado la nieve cayendo, y con los sabios consejos de Formentí, conseguí congelar en el aire algunos de los copos que no dejaban de caer.


y entre tanta nieve, encontré este sol blanco, clavado por una flecha rematada en flor ¿alguna vez habíais visto algo semejante?



Entre tanto blanco y tanto verde, la ropa de una compañera de aventura era la nota de color..


Y unos metros más arriba la nota de color era la lucha que estas primaveras mantenían por no sucumbir al frío helado de la nieve y su peso, semidoblegadas se resistían a tocar suelo y darse por rendidas.


Poco a poco tocaba volver a bajar, y tras escapar a paso rápido de lo que parecía el comienzo de una tormenta seria de rayos y truenos, con la calma volvimos nuevamente a sacar la cámara y a congelar más copos de nieve.


Nuevamente se nos aparecían los soles juntos y clavados por más lanzas rematadas en flor, aunque no estaban tan congelados como el anterior.


Cuando uno puede disfrutar de cosas así ¿qué importa el dolor de las manos por el frío?



... Continuará